En tres tiempos se divide la vida: En presente, pasado y futuro; de éstos el presente es brevísimo, el futuro dudoso y el pasado cierto... (Lucio Anneo Séneca)

jueves, 17 de septiembre de 2009

Abderramán II, el gran Emir de Al Ándalus






cuentan que su madre quería saber el futuro de su pequeño, así que envió a uno de los eunucos a que cierto astrólogo el predijera el destino de Abderramán... 
Éste le escribió una especie de carta astral en la que decía que accedería al trono Omeya a pesar de los derechos a éste de su hermano mayor Hixem...
Cosa que Haláua prefirió que nadie se enterara ya que podría peligrar la vida del pequeño Abderramán.




Abderramán nació en Toledo, tal vez el destino quiso que aquella tierra que siempre se sublevó contra los cordobeses viera nacer un Emir que llegaría a ser uno de los más grandes de existieron en Al Ándalus.
Su padre Al Hakem, antes de ser nombrado heredero, fue gobernador de aquella ciudad por un tiempo, el necesario para poder sofocar aquellos aires independentistas del Emirato y que varios de sus hijos nacieran allí.

De madre visigoda a la que su padre llamaba Haláua que significa Dulce, la primera infancia de Abderramán trascurrió en el harem del Emir, con su madre y otras mujeres de su padre, sus hermanos de vientre y otros medios hermanos,  en una vida plácida a pesar de los cambios de humor de su padre y del poco apego que le tuvo a casi ninguno de sus hijos, el Emir Al Hakem I se preocupó en dar una educación esmerada a sus hijos a pesar de no tener mucho contacto con ellos.
Su padre estaba enfermo y por lo tanto la sucesión no se presentaba nada fácil... Al Hakem adelantándose a lo que ya sabía que había ocurrido con otros antecesores y queriendo que acabara el juego de las intrigas en la Corte, en una de las fiestas del sacrificio invistió al príncipe Hixem junto con su medio hermano Abderramán como segundo sucesor, como los legítimos herederos al trono cordobés.
Esa fue la última ocasión en que se vería públicamente a Al Hakem ya que se auto-recluyó los cuatro últimos años de su vida en su Palacio, a causa de su enfermedad nerviosa que se agravaba cada día más, custodiado por su fiel milicia llamados los "silenciosos" vivía en sus aposentos solo, donde escasa gente tenía la autorización para visitarle.
Una noche sus guardias cogieron a un intruso que quería adentrarse en la alcoba del Emir... Era su primogénito Hixem, que no quiso esperar a que su padre muriera para llegar al trono y con un cuchillo en mano intentaba asesinarle... Allí mismo, Al Hakem le pidió una daga a sus milicianos degollándolo personalmente; luego, mandó llamar de inmediato a Abderramán y le dijo estas palabras:

Hijo mio, te he allanado el camino, he sometido a los enemigos y hecho respetar el trono. Marcha tú ahora por la senda que he trazado...

Quince días después, cuando faltaban cuatro noches para terminar el año, muere en sus dependencias Al Hakem I y cuentan que Abderramán a sus veintitrés años de edad y como cuarto Emir de Córdoba, rezó la oración fúnebre por su padre sentado sobre la tierra con la cabeza baja y en esa postura recibió el pésame.

Recién estrenado en su trono tuvo que hacer preparativos de guerra tanto fuera como dentro de su Emirato.
Dentro, no lo tuvo fácil en su gobierno, al igual que su padre y su abuelo tuvo que sofocar de nuevo las pretensiones al trono de su codicioso tío Abdallah, que por tercera vez se alzó para conseguirlo, pero viejo y enfermo murió pronto.
Hizo concesiones con el pueblo cordobés y para congraciarse con los ciudadanos abrió las cárceles, reparó las injusticias y repartió cinco mil dinares entre los pobres de la ciudad...
Luego, como "regalo" al populacho, crucificó al responsable de la política fiscal de su antecesor, un mozárabe llamado Rabí quien pagó como cabeza de turco los desmanes de su padre, el antiguo Emir Al Hakem, aunque mantuvo la política militarista de Al Hakem, aumentando el número de cuerpos armados leales sólo a su persona y ordenando que no se mezclaran con la población.

Fuera, haciendo frente a varias revueltas como una guerra entre dos tribus árabes enfrentadas en la Kora de Tudmir. Las tropas de Abderraman destruyeron la ciudad de los rebeldes, esto ya hacia prever con la autoridad que iba a llevar su mandato.
Más tarde, el Emir, tuvo sus miras puestas en Cataluña donde se apoderó de su ciudad y a causa de ello y como despecho de los cristianos - según el Diccionario Geográfico Universal- se fundó el reino de navarra en el 828, como una poderosa barrera de sus usurpadores. 
Así que Abderramán tomó la ciudad de León saqueándola y la estregó a las llamas.
Los frentes crecían para el Emir y hasta tuvo que preparar un contingente e incluso armó una flota para enfrentarse a los vikingos que venían desde las costas de Portugal saqueando todo lo que encontraban llegando a Sevilla. 

Abderramán construyó espléndidos edificios aprovechando los materiales de la época romana que expolió por doquier, con la intención de dar realce a su gobierno e incluso amplió la Mezquita- Aljama, duplicando su tamaño, a causa del aumento de la población.
Fue el primer Emir que acuñó monedas con su nombre en la ciudad cordobesa, e instituyó una casa de la moneda y también fue el que desarrolló la manufactura de tejidos como la seda, lino y lana, pues se sabe que la primera fábrica de sedas o como la llamaban "Dar al- tiraz" se creó en Córdoba durante su Emirato. Intensificando la producción de rasos, tafetanes y sedas maravillosamente brocadas de las que solo podían utilizar la familia real y que nada tenían que envidiar a ninguno del mundo conocido.
Supo elegir a visires perfectamente capaces para desempeñar ese puesto y hasta sostuvo correspondencia con soberanos de diversos países.


Fomentó las ciencias y las artes, lo que atrajo a Córdoba a los más ilustres sabios de su época bajo su amparo.
Su brillante Corte estuvo dominada por las figuras como el inventor, alquimista, astrólogo, Abbas ibn Firnas que según cuentan los cronistas descubrió el arte del vuelo lanzándose desde el alminar de la Mezquita-Aljama cubierto con una especie de traje hecho de seda al que había pegado plumas de aves y que a punto estuvo de partirse el cuello.
También construyó una especie de planetarios, en los que se simulaba el ruido de los truenos y el resplandor de los relámpagos.
O como la del músico Ziryab, un músico que había llegado de tierras lejanas invitado por su padre, el antiguo Emir, y que él había mandado recoger en las costas gaditanas. Ambos llegaron a compartir devoción por la música, libros, el buen lujo y el amor hacía el sexo femenino.
Ziryab trajo nuevas modas a la corte de Abderramán, elegancia y las normas necesarias heredadas de los Persas, como por ejemplo que la copa de cristal trasparente era más apropiada para beber vino que la pesada copa de oro o cualquier otro metal y que los platos de un banquete debían llevar un orden comenzando por las sopas y terminando por los postres.

El problema enquistado desde el comienzo del Emirato de los Omeya de nuevo estalló... Esta vez los mozárabes encabezados por un presbítero cordobés llamado Perfecto, dentro de la corriente que San Eulogio había propuesto, quiso ser mártir a toda costa, declaró que Mahoma era un falso profeta.
Perfecto fue llevado a presencia del cadí, condenado a muerte, y decapitado ante una turba enfervorizada...
El cruento acontecimiento, aunque tenía varios precedentes, produjo en esta ocasión toda una reacción en cadena y con ello el célebre episodio de los Mártires de Córdoba, en que 48 destacados cristianos desafiaron deliberadamente las leyes contra la blasfemia sabiendo que les esperaba la muerte produciéndose una nueva oleada de mártires.
Según la historia general de España dice más o menos así porque hay palabras que no he entendido ya que está escrito en castellano antiguo:

" El primer año padecieron Perfecto prebistero de Córdoba y del pueblo uno llamado Juan. El segundo año Isaac monje, Sancho de nación francés, Pedro prebistero de Ecija, Ubalabonfo diacono Ilipulense (?) los monjes sabidianos, Uvitremundo, Habencio, Jeremias, Sifenando diacono Pasence o de Beja, Paulo cordobés, y María Ilipulense hermana que era del mártir Ubalabonso. En este año principalmente se embraveció contra los mártires el Obispo  Recafredo y a muchos puso en prisiones: Fue uno Eulogio, abad de San Zoylo, que escribió de estas cosas. El tercer año murieron Gumersindo prebistero de Toledo, Aurelio y Felix con sus mujeres Sabigotona y Liliosa, Jorge un monje,  Emilia y Jeremias que eran de Córdoba, tres monjes: Cristobal cordobés, Leovigildo y Rogelo de Granada, y fuera de estos fue Serviodeo monje de Siria".

Su diplomacia logró hacer un concilio de Obispos en Córdoba para que prohibieran desde su púlpitos que sus fieles hicieran actos similares. De ahí que en texto anterior dijera que el obispo Recafredo metiera a muchos cristianos en prisión, me imagino que por no cumplir su mandato.
Según la historia de los heterodoxos españoles dice así :

"Abderraman II para poner termino a tan lamentables escenas, obligó a nuestros Obispos a reunir un concilio para que atajasen  el desmedido fervor de su grey, presidió Recafredo obispo de la Bética y los padres temerosos por una parte a incurrir en la saña del príncipe musulmán y no queriendo por otra condenar un arrojo santo dieron un decreto ambiguo, allegorice edita, dice San Eulogio, que sonaba una cosa pero que decía otra."

A partir de aquel concilio la iglesia mozárabe se partió en dos bandos unos justificaron con la decisión su cobardía acatando las ordenes y otros como Pelagio y Alvaro Paulo, levantaron su voz en defensa de las victimas siguiendo los martirios aunque en menos cantidad hasta casi extinguirse.


Del aspecto físico de Abderramán sabemos por los cronistas árabes que era un hombre bien parecido, alto, corpulento y con grandes ojos negros. 
Fue un hombre muy culto que amaba los libros y fue un estudioso en lo que le dejaba sus quehaceres, amante de los placeres sentía una gran afición por las telas preciosas, muebles de lujo y joyas, -según cuenta Joaquín Vallvé- el mandó comprar el famoso collar de Zubayda, favorita del califa Harum ar- Rasid y que regaló a su esclava Al Sifá cuando la liberó para hacerla su esposa. Según cuenta la tradición este collar perteneció sucesivamente a la esposa del Cid, Jimena, a Alvaro de Luna y a Isabel la Católica.

Cuentan los cronistas que Abderramán tuvo como resultado de su extraordinaria  capacidad amatoria la cantidad de 87 hijos, 45 de ellos fueron varones, aunque a pesar de ello, no tuvo mucha suerte en el amor.
Era muy joven cuando su padre lo casó con su primera esposa por alianzas de estado, Buhayr y madre de su heredero y sucesor Muhammad murió de parto y fue la esclava Al-Sifá, la que se encargó de criarlo.
Cuentan que el Emir sintió un amor tan apasionado por Al-Sifá, que la liberó y se casó con ella, incluso decían que hasta la muerte de ésta, vivieron una autentica luna de miel...
Dicen que acompañaba a su esposo cuando aún no era Emir a luchar contra los cristianos en nombre de su padre pero una de las veces que le acompañaba ella enfermó gravemente.
Viéndola así, envió a sus eunucos de confianza para que la trasladaban a Córdoba con sumo cuidado, cuando pasando por Toledo murió en el valle Montealegre, y allí fue enterrada.

Fue una etapa muy dura para Abderramán aunque dentro de su numeroso harén tenía varias favoritas entre sus concubinas, jamás sintió ese amor por ninguna.
Su corazón empezó a sentir una pasión desbordada por dos mujeres que fueron fuertes rivales por el estatus del harem, ambas concubinas y ambas pretendían ser la gran señora, Farj y Tárub
De Farj, cuentan que además de ser una mujer bellísima era una excelente cantora, esclava de Ziryab, en algunas fiestas cantaba, bailaba y servía vino al Emir que la miraba embelezado, al darse cuenta el músico del interés que sentía Abderramán por la esclava, se la regaló, fue madre de un nuevo hijo del Emir que fue un afamado poeta llamado Abul Walir.
Fraj llegó a ser encargada de la farmacia de palacio, colaborando con el médico de la corte llamado Al- Harrani y la que desbarató el intento de envenenamiento de Nars que junto con la otra favorita llamada Tarúb habían conjurado hacia el Emir. 
Aunque fue Tarúb quien fue ganando terreno con artimañas sobre comprarles los derechos a otras mujeres de estar con el Emir, y hasta utilizar pócimas según algunos cronistas para dejar Abderramán tan prendado de ella que el Emir no la pudiera olvidar...
Las horas con él pasaron a ser días enteros y sus palabras y consejos fueron escuchados por Abderramán cada día más.
La concubina era ambiciosa y no se conformaba con ser preferida, quería llegar a ser la Sayiira, la gran señora del harem, y sobre todo cuando le dio un hijo al que llamaron Abdallah y que ella tomó el propósito de que llegara a ser el heredero.
Cuando Abderramán II enfermó, se vio obligado a decidir quien sería su sucesor, como heredero prefería a Muhammad, sentía un especial cariño por haber muerto su madre a raíz de su nacimiento, pero sobre todo por su ecuanimidad y dotes de gobierno. 

Tarúb conspiró contra Abderramán, pretendiendo que fuera su hijo Abdallá, un joven al parecer de carácter débil y vicioso, el sucesor del Emir.
Pero fue Muhammad el hijo de su primera esposa, quien llamado por uno de los sirvientes de confianza del Emir, pudo entrar en sus habitaciones la noche antes de su muerte y consiguió ser nombrado heredero, como testigos del nombramiento estuvieron todos sus sirvientes que dieron fe de ello.

La muerte de Abderramán , a pesar de que se encontraba enfermo fue repentina, y tanto cronistas cristianos como árabes coinciden en eso. 
Según los cristianos dicen: 
                                                                              *
" Ese mismo año es a saber, de 852, falleció de repente Abderraman, los cristianos decían que era por venganza del cielo, por la mucha sangre que derramó de los mártires. Confirmóle ( ? ) esta opinión y fama que cuando en el mismo punto estaba, que desde una galería de su Palacio, de donde miraba los cuerpos de los mártires que estaban en la horca podridos, cuando los mandó quemar, cayó de repente de su estado (?)  y sin poder hablar expiró aquella misma noche al principio del año treinta y dos de su reinado."
                                                                           *

Sin embargo los cronistas árabes cuentan que el Emir Abderramán seguía padeciendo la larga enfermedad que le produjo la muerte... ¿Qué enfermedad? Pues no se sabe, aunque algunos historiadores señalan una enfermedad de hígado o páncreas nunca se sabrá ya que ningún cronista profundiza en ella.
El caso es que lo agotaba, aunque algunas veces mejoraba pero con las recaídas se iba debilitando tanto, que los médicos no lograban hacer nada..
Dos días antes de morir, mejoró sensiblemente recuperó sus fuerzas, e incluso dejó que muchos de sus hijos y esposas lo visitaran. 
A la mañana del día siguiente, ordenó que se le preparara el baño e incluso se renovó el tinte de la barba, luego llamó a su Canciller, Isá ibn Suhayd, muy apreciado por él y le pregunto:
- Que te parece mi teñido Isá?
A lo que su canciller respondió:
- Es el mejor teñido que he visto ¡Dios favorezca a mi señor Emir!
Esa misma tarde se agravó su enfermedad, vomitando sangre y no le dejó el dolor hasta que tuvo el último suspiro.
Aquella misma tarde- noche Muhammad se sentó en el trono como nuevo Emir.


Pero eso, déjame que te lo cuente otro día.



Fuentes Consultadas:
Boletín de la Real Academia de la Historia. TOMO CLXXXVIII. NUMERO II. AÑO 1991- Al-Andalus: sociedad e instituciones, escrito por Joaquín Vallvé- En torno a la vida y la muerte de Abderraman II por A. Arjona Castro Boletin de la Real Academia de Córdoba (1979)-El Islam en Al Andalus- Recuerdo y Bellezas de España de Madrazo- Historia general de España  de Juan de Mariana y Manuel José de Medrano- Crónicas de la provincia de Córdoba por Manuel Gonzalez Llana- Historia de España antigua y media de Luis Suarez Fernández- Atlas Historico de España: La dinastía Omeya en España vol 1 por Enrique M. Ruiz, Consuelo Maqueda etc- Biografía de Abderraman II por Joaquin Vallvé- Wikipedia

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