En tres tiempos se divide la vida: En presente, pasado y futuro; de éstos el presente es brevísimo, el futuro dudoso y el pasado cierto... (Lucio Anneo Séneca)

miércoles, 12 de agosto de 2009

Abderraman I, el Inmigrado






Un joven príncipe Omeya, estaba predestinado a dar esplendor a su linaje, resurgiendo en Al Ándalus, en la bella Córdoba, a la que llamaba la perla.




Abd Ar-Rahman ibn Mu´awiya ibn Hisham ibn Abd al-Malik, que así se llamada al que conocemos por Abderramán I, cuando nació en la corte de su abuelo ni el mejor astrólogo podría presagiar lo que su futuro le depararía. Hijo del príncipe Mu´awiya y una concubina bereber de la tribu Nafza, llamada Rah, pasó una placida infancia en palacio. 
Instruido y dirigido por su abuelo Hisham, el gran Califa de Damasco, que controlaba celosamente la educación de su nieto favorito.

Eran tiempos de guerra entre los musulmanes, una confrontación fratricida donde imperaba la visión beduina de Bagdad fomentar el islam y destruir a los acomodados Omeyas, a los que acusaban que no practicaban con suficiente tesón la fe musulmana...
Abderramán era muy joven cuando su familia fue derrocada del Califato de Damasco por los Abasídes de Bagdad , que no contentos de pasar a cuchillo a la gran mayoría de la familia Omeya, abrieron sus tumbas y borraron todo resto que pudiera estar relacionado con ellos.
Para el joven Abderraman y su hermano Yahya, tuvo que ser tremendo la terrible matanza de sus parientes, escaparon de las manos de la gente de los Abasíes, y junto con algunos seguidores, se refugiaron en Egipto, en el desierto, donde anduvieron errantes socorridos por algunas tribus.
Después de un tiempo Abderramán descubrió que su vida estaba amenazada de nuevo y huyó aún más lejos, refugiándose entre las tribus bereberes de Mauritania, más concretamente en  la tribu de los Nafza a la que pertenecía su madre.
Cuenta la leyenda que su tío abuelo Maslama, le profetizó que él restablecería de nuevo la fortuna de su familia y que entraría en una ciudad con un precioso caballo blanco, desposaría a una conversa, la cual le daría al verdadero heredero para que brillara de nuevo la dinastía y el esplendor Omeya.

De nuevo fueron perseguidos sin piedad por los abasíes, que en una de las revueltas mataron a su hermano, mientras que él quedó herido salvándose  huyendo al norte de África.
Así que Abderramán, acompañado por algunos leales, marchó en busca de esa profecía, con apenas 20 años se fijó en una tierra que desde más de cuarenta años se encontraba bajo la dominación árabe, era... Al Andalus y como objetivo más concreto Qurtuba, la Corduba romana y visigoda donde había residiendo muchos sirios, clientes de los Omeyas y donde posiblemente apoyarían su causa.
Era allí donde levantaría un Emirato independiente de Bagdad.
Llegó a Ceuta, y desde allí durante cuatro años buscó aliados enviando agentes a la Península Ibérica para buscar apoyos de su familia, que eran numerosos en la provincia de Elvira, actualmente Granada.
Al Ándalus, estaba en un estado de confusión debido al débil liderazgo del Gobernador Yusuf, dependiente de los abasies y una simple marioneta en manos de tribus árabes...
Esto dio al príncipe Abderramán, la oportunidad y bajo invitación de sus partidarios llegó a Nerja, desde allí marchó directamente a Granada, donde en el castillo de Turrush, y apoyado por tropas Yemenies y tropas Sirias que ambas seguían siendo aliados de los Omeyas, y sobre todo los bereberes que odiaban a Bagdad, tanto o más que él, formó un ejercito con el cual asaltar posteriormente el poder.

Durante un tiempo Abderramán ganó muchas batallas lo que su mayor enemigo, el gobernador Yusuf, comenzó negociaciones con Abderramán, ofreciéndole a una de sus hijas en matrimonio y muchas tierras de dote, siempre y cuando, él le rindiera sumisión…
Pero el príncipe perseguía otro sueño mucho más importante que desde luego no iba a compartir con él.
Así que rechazó las negociaciones pretextando la insolencia de uno de los mensajeros de Yusuf, que ultrajó a uno de sus jefes leales a la causa Omeya, mofándose de su incapacidad de escribir bien en árabe. A causa de esta provocación hacia unos de su leales, Abderramán sacó su espada y lo mató.


En Mayo de 756 ambos bandos, el de Yusuf y Abderraman, se medían las fuerzas en las cercanías de Córdoba, ambos estaban determinadas a luchar hasta el fin... 
¡Morir o ganar!
Las flechas surcan el cielo en ambas direcciones y la carga a caballo era dura y casi paralela en fuerza en ambos bandos. 
Uno, no podía perder el gobierno y el apoyo de Bagdad, el otro perseguía el sueño de un Emirato independiente y la venganza ¡Por qué no decirlo! de lo ocurrido con su familia...
El futuro de Al Ándalus estaba en juego y fue el príncipe Abderraman y sus tropas las que logran vencer a las de Yusuf, que huyó mientras que sus hombres fueron masacrados casi en su totalidad .

Las tropas de Abderramán se dispusieron para entrar en aquella Corduba que tanto perseguía y que se rindió ante el Omeya...
El príncipe entró en la ciudad en un caballo blanco, color que fue simbólico a partir de entonces para todos los Omeyas, no tenía bandera y se improvisó una con un turbante verde y una lanza.

Con 25 años se auto-proclama Emir independiente, haciendo a Al Ándalus independiente de Bagdad.
Inmediatamente después, liberó de la esclavitud a una visigoda llamada Halul conversa al Islam a la que desposó. Ella, fue la madre de Hisham I.
A pesar de tener diez hijos más, dos hijos de mayor edad que el joven Hisham, que pretendían sucederle, Suleimán y Abdallah... Abderramán tomó la decisión de elegir al hijo de la visigoda, por su enorme parecido que tenía con él y por la profecía que años atrás le habían contado.

                                             "Su heredero sería hijo de una conversa"

Por lo tanto… La profecía ya estaba cumplida.

Abderramán era alto y delgado, rubio y barbilampiño... Cuentan los cronistas que era ciego del ojo izquierdo y que lo caracterizaba un lunar en la cara.
Llevaba dos trenzas que le sujetaba el pelo, vestía siempre de blanco y usaba turbante.

Era elocuente, gran orador, buen poeta y de pluma fácil. 
Actuaba en política con prudencia en un constante tira y afloja, porque era muy precavido. A pesar de ser osado y resuelto, no vacilaba en ir al encuentro de sus enemigos, incansable e inquieto.
Fue un gran genio militar y un magnifico gobernante, en sus 32 años de gobierno favoreció y estableció las bases oportunas para que los Omeyas permanecieran en el poder mucho tiempo.
Controló e impuso su ley en Al Ándalus con ayuda de un primer ministro o Hachib, y bajo éste los visires de cada provincia y en cada ciudad de importancia estableció cadies o jueces que gobernaban la ciudad.
Procuró la integración de las diferentes etnias que vivían en el Al Ándalus. Muchos cristianos se convirtieron al islamismo a los que llamaban mulaidies, otros conservaron su fe a cambio de un tributo, al igual que los judíos.
Se proclamó príncipe de los creyente y acuñó moneda propia, eliminando cualquier mención a Bagdad, en sus monedas solo aparecía un nombre "Al Ándalus".


Pero su reinado no fue tranquilo y se enfrentó a muchos peligros, así que su prioridad fue crear un ejercito profesional que entrenaba él mismo... Campaña tras campaña fue afianzando su poder.
Guerreó contra el gobernador Yusuf  que en la primera huida se marchó a Mérida y desde allí y haciéndose con un ejercito de más de 10.000 bereberes hizo varios intentos de enfrentarse de nuevo al ya Emir Abderramán...
Nunca lo consiguió, en la última escaramuza, Yusuf tuvo que retirarse a Toledo, donde gobernaba un primo suyo llamado Hisham, y donde fue asesinado por sus propios hombres.
El Emir Omeya se hizo con Toledo en el 761, la cual sitió hasta derrotarla... 
Para mantener el control, firmó un tratado cometiendo el error de dejar al mismo gobernado a pesar de que sabía que era partidario de los Beni Abbas y sabiendo que era familia del malogrado Yusuf.
A cambio, se llevó como rehén al hijo de éste, con eso pensó que se aseguraba su obediencia.
A pesar de saber que su propio hijo podría morir, Hisham desafió al Emir en cuanto se levantó el cerco a Toledo. Abderramán, sitió de nuevo la ciudad, decapitó al hijo del gobernador  y catapultó la cabeza dentro de la ciudad.
Tres años tardó el Emir en doblegar y apoderarse de nuevo de Toledo, pero esta vez tanto Hisham como sus comandantes fueron crucificados.
Le había costado, desde que pisó suelo de la península, 8 años terminar con la amenaza de Yusuf y sus partidarios.

Pero aquí no acabaron los problemas de Abderramán, ya que su siguiente adversario era un gobernador que había mandado el propio Califa Abaside, quería por todo los medios matar al usurpador que gobernaba Al Ándalus, como un Emirato independiente y entregarlo de nuevo bajo el gobierno de Bagdad.
El nuevo gobernador se instalo de Veja, Portugal, y reclamó el poder para el Califa.
La buena maniobra del Emir hizo fracasar al nuevo gobernador, ya que Abderramán no trató de enfrentarse a las tropas en campo abierto, ni tampoco esperó en Córdoba para defendedla. Esta vez ideó un gran plan instalándose en la fortaleza de Carmona, preparándose a resistir un asedio que resistió dos meses, hasta el momento oportuno de hacer una salida y cogiendo al enemigo por sorpresa, capturados los principales comandantes, hizo que les cortaran la cabeza llenándolas de sal y alcanfor para luego enviárselas al Califa a Tunez que en esos momentos estaban bajo el mandato de Bagdad, como advertencia y así hacerlos desistir de sus intenciones de atacar Córdoba.

El Emir, luchó también contra los Carolingeos, por el control de la marca norte consiguiendo el control de Zaragoza.
También hizo frente a los reinos cristianos, primero exigiendo tributo al Reino Astuleonés, que se tuvo que ver obligado a pagar al Omeya a pesar de haberse aliado con los Banu Quasi, en consecuencia y aunque le costó, toda la península rendía tributo y vasallaje al Emir.

Tanto esplendor tenía que tener una gran obra, que recordara la supremacía del mundo musulmán de aquel tiempo.
En el año 785 el Emir mandó edificar una gran Mezquita,  la antigua mezquita ya no tenía capacidad suficiente para albergar a todos, y resultaba muy pequeña.
Así que le compró  la parte restante a los mozárabes de la basílica visigoda dedicada a San Vicente y decidió aprovecharse del material de ésta, para iniciar la construcción de la gran Mezquita de Córdoba, que había de convertirse en la Gran Mezquita- Aljama del occidente islámico, gran prodigio arquitectónico de su tiempo, serían sus herederos los que fueron ampliándola.

Aunque Abderramán siempre se consideró un extranjero en su propio reino. 
Por ello, una vez afianzado el Emirato, fue la de crearse una residencia que le evocara a su Siria idolatrada edificando en la sierra cordobesa, a unos 3 km. al norte de la capital, la hermosa finca Al-Rusafa, en la que pretendió reflejar a la de Damasco.
Decían que una sobrina, hija de su propia hermana Umm al-Asbag,  que sobrevivió a la matanza al ser una bebé, consiguió seguir viviendo en Damasco.
Y una vez establecido mandó que le enviara cuantas especies vegetales necesitó para dar realismo al paraje. Sobre todo le pidió palmeras que fueron las primeras que llegaron a España…
Allí pasó gran parte de su vida en sus descansos entre batalla y batalla.

Cuando Abderramán ya contaba unos 54 años de edad, y teniendo pruebas que ya había consumido sus energías vitales en su constante lucha por la existencia y el poder, ordenó restaurar el Alcázar Omeya e hizo de él su morada habitual hasta el fin de sus días...
Y en un mes de noviembre  del 788, a los 56 años, Abderramán hijo de Moavia, hijo de Hixem ibn abd el Malek que vino de Damasco ahuyentado de la negra bandera de los Beni Abbas. 
Y que después de muchas batallas plegó sus alas en la perfumada orilla del Guadalquivir.
En los apartados harenes hoy no se escucha ni la dulce música ni la algarabía de las risas de las mujeres, hoy le suceden llantos y desgarradores lamentos... 
Los médicos más afamados han agotado los recursos de la ciencia y entregan cabizbajos al ilustre moribundo a los brazos de la sultana, la hermosa Halul, la de los ojos negros, madre de Hixem.
Ella es la que con ternura lava su cuerpo y los amortaja en siete blancos y finísimos lienzos, ungiendo su cuerpo con preciosos aromas y asistida por sus esclavos lo depositan en su lecho mortuorio.
Allí yace en una de las estancias del Alcázar, cubierto con las misma vestiduras blancas distintivo de su linaje, el valeroso, el afamado Abderramán llorado por la ciudad que jamás sintió suya. 
Mientras el que Abderraman eligió como su sucesor, Hixem el hijo de la conversa se encontraba en Merida fue allí mismo notificado y jurado  allí mismo con toda pompa por las calles de la ciudad.


Pero eso, déjame que te lo cuente otro día.


Fuentes consultadas: 
AL.MULK Anuario de Estudios Arabistas Suplemento al "Boletín de la Real Academia de Córdoba" año 1959/60 Abderraman I por M. Ocaña - Recuerdo y Bellezas de España de Madrazo- Crónicas de la provincia de Córdoba por Manuel Gonzalez Llana- Wikipedia- Historia de España antigua y media de Luis Suarez fernández- Atlas Historico de España: La dinastía Omeya en España vol 1 por Enrique M. Ruiz, Consuelo Maqueda etc- La mezquita de Abderraman I por Manuel Salcines Diario de Córdoba 02/07/1955- Abderraman por R.M. Diario de Córdoba 10/01/1960- Los nombres de Abderraman por F.G. 02/10/1966- Wikipedia- Indicador Cordobés: Osea manual histórico- topográfico de la ciudad de Córdoba por Luis María Ramirez de las Cazas Deza- Primer dibujo de Juan Landa


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me fascina la historia de los Omeyas
Gracias por hacerla además amena

MariÁngeles Ortiz dijo...

Me alegra que le parezca amena.
Un saludo y bienvenid@

Anónimo dijo...

Historia de España es Abderraman I,somos descendientes e hijos suyos también los españoles de hoy.